Lo recuerdo como si fuera ayer. El día que decidí cruzar mi continente de origen como mochilero. Solo, recorrí Sudamérica con mi mochila a cuestas como única compañera. En dos meses, viajé más de 16 mil kilómetros en tren, bus, coche y largas caminatas. Elegí viajar de mochilero porque quería recorrer el camino y resolver los problemas que surgieran por mí mismo, en vez de optar por tours o agencias que lo hicieran para mí. Lo hice porque tenía el deseo de conocer lugares y gente de una manera diferente, escapando de los “tours organizados” y destinos muy turísticos. Además, este turismo alternativo es mucho más económico.
Para transportarme de un lugar a otro lo más común fueron los trenes y buses. Pero en Argentina decidí que iba a hacer dedo o “autostop”. Siempre tuve ganas de hacerlo, pero también tenía un poco de miedo, y la verdad es que nunca iba a hacerlo solo. Pero en mi último día en San Carlos de Bariloche, Argentina, conocí a un brasileño que me propuso lo siguiente:
– ¿Qué te parece viajar hasta Chile a dedo?” – Me preguntó Gabriel, el brasileño que acababa de conocer.
– ¿Estás loco? ¿Quieres cruzar la Patagonia, los Andes y el control aduanero, entre Argentina y Chile, a dedo? – Le respondí, con más preguntas.
– ¡Y no te olvides de las temperaturas bajo cero y de la nieve que podría caer por la mañana! – Exclamó él, loco.
Bueno, el tipo excéntrico me cayó como anillo al dedo. De inmediato le dije que sí. Aunque no tenía ni idea de lo que estaba aceptando, tenía la certeza de que iba a ser una aventura diferente de todo lo que había hecho antes. ¡Dicho y hecho!
“Hoy, seduciré al camino abriendo mi destino.” Le susurré al empacar mi maleta en esa mañana fría y gris. Decidí dejar que el viento me hiciera volar. Me fui a la carretera, sacando mis brazos afuera, gritándole al tiempo que sigue igual, sosteniendo mi cartón con el nombre de nuestro destino escrito en él. En menos de una hora nos paró el primer coche, un hombre nos llevó hacia el norte, los cerros y montes de Bariloche se quedaron atrás, en el polvo. Había cada vez menos población, más nieve en las orillas de la carretera, y el sol se ponía más débil. Desafortunadamente, nuestro primer viaje terminó en menos de 50 km y tuvimos que esperar hasta que otro coche parase por nosotros, porque todavía teníamos 700 km de viaje planeados.
La Patagonia es una región geográfica ubicada en la parte más austral del continente americano, a ambos lados de la cordillera de los Andes. La energía emanaba de la tierra, la adrenalina de estar en medio de lo desconocido corría a través de nuestros cuerpos y nos dio la fuerza para seguir adelante. Después de dos días viajando y haciendo dedo, finalmente llegamos a Concepción, Chile.
Durante el largo camino conocimos familias amables, gente que no tenía ningún motivo por el cual ayudarnos, mas por la grandeza de sus corazones nos auxiliaron en nuestra búsqueda para alcanzar nuestro destino. Honestamente, durante las primeras horas no pensé que seríamos capaces, pero nuestra curiosidad y deseo de descubrir el mundo nos proporcionó una aventura extraordinaria y sorprendente; nos mostró un lado diferente de aquellas culturas, nos proporcionó paisajes exóticos y exuberantes, nos enseñó la paciencia y el compañerismo, así como la calidez y gratitud.
Ponte a prueba, y podrás redescubrir tu verdadera esencia.